Feliz Navidad

• Por Eduardo Sanz. Responsable del área de Economía de la Fundación Basilio Paraíso

El ritmo de crecimiento de la economía española, de sostenerse, permitirá alcanzar en 2017 el mismo nivel de renta previo a la crisis. En términos macroeconómicos, la década perdida habrá concluido por fin.

Cuestión distinta, por otra parte, resultan las características del modelo económico en el que ya nos desenvolvemos, y que, desde el punto de vista de su sostenibilidad, mantienen como retos pendientes la aminoración de los niveles de endeudamiento público y privado, el crecimiento de la productividad, así como la incorporación estable al mercado laboral de una mayor parte de la población activa que logre minorar los niveles de desigualdad. Si a todo ello se adhiere la creciente presión competitiva cuyo correlato se refleja en el fuerte aumento de las importaciones, la adopción de decisiones en la esfera empresarial pondrá en valor aún más si cabe la gestión como variable clave que explica la probabilidad de éxito de empresas comparables.

Claro que, a su vez, la competitividad futura de las empresas españolas dependerá, también, de la capacidad del Sector Público para aprobar reformas eficaces con perspectiva de largo plazo o, desde un punto de vista complementario, fundamentadas en la preservación de la seguridad jurídica. A modo de ilustración, tras la reforma sobre los pagos a cuenta relativos al Impuesto sobre Sociedades, la capacidad de rescate de los planes de pensiones a los diez años de constituir las aportaciones podría convertirse en un nuevo ejemplo en contra de la estabilidad regulatoria, esta vez con implicaciones muy severas para el nivel de ahorro privado de la economía.

En este sentido, la legislatura recién inaugurada, dada la aritmética parlamentaria, puede dibujar dos trayectorias bien diferenciadas. Una posibilidad es que la legislatura se centre la consecución de acuerdos que aseguren la vigencia de las reformas que se aprobarán –pensiones, inversión, fiscalidad…–. Otra, bien distinta, es que los próximos meses sean un mero tránsito hacia una nueva convocatoria electoral en el otoño de 2017, por lo que el comportamiento táctico cortoplacista, nefasto para la economía, será dominante.

Al amparo de las fechas en las que nos encontramos, confiemos en que, al menos, disfrutaremos de una feliz Navidad.