Cámara de Zaragoza
Coaching de Transición
Una de las primeras lecciones del Coaching es que a casi nadie le gusta cambiar, de hecho para ser más exacto a todo el mundo le gusta que le propongan un cambio pero la probabilidad de que lo acepte de primeras es muy baja.
No se trata sólo de que exista una cierta resistencia al cambio, muy probablemente insertada en las entrañas de nuestro ADN, sino que ante una posibilidad real de mudar de vida, de trabajo o ante un ascenso profesional exigente por sorpresa empiezan a encenderse todas la luces de alarma.
En la vida personal esto aparece con mucha frecuencia, de repente la chica o el chico soñado por fin nos dice que sí después de años de solicitarle vivir con él/ella y justo en ese momento aparece el miedo al reto… alguien en casa… ¡qué pereza! O ¿lo habré hecho bien? ¿no me habré precipitado?… son preguntas típicas que afloran recurrentemente.
Nuestro cerebro parece programado para agradecer el cambio y al mismo tiempo rechazarlo, dudar de él… en el momento que algo potencialmente bueno aparece pero que al mismo tiempo supone un cambio radical en nuestra vida nuestros frenos automáticos surgen. Inmediatamente se activan nuestras fantasías negativas, en lugar de ver las ventajas del nuevo trabajo, nos imaginamos un escenario de esclavitud laboral y de horarios infinitos.
¿Cómo puede el Coaching ayudar a la persona inmersa en una transición? Fundamentalmente de dos maneras:
- Proyectando al futuro al coachee para permitirle ver si efectivamente el cambio va a ser beneficioso o no… preguntas como, imagínate dentro de veinte años, ¿Dónde te ves trabajando? O ¿te ves viviendo en tal o cual ciudad?
- Explorando la ecología del cambio, es decir, analizando objetivamente los pros y contras del mismo, sobre todo si los primeros compensan los segundos. En ocasiones, al realizar este proceso lo que ocurre es que las desventajas del cambio superan de largo las ventajas (por ejemplo un ascenso que supone unos cambios personales inasumibles) y por tanto están justificadas las dudas.
En cualquier caso, como siempre, lo importante es que sea el cliente el que tome la decisión, el coach solamente le acompañará en este proceso decisorio y le realizará las preguntas que le inciten a la reflexión.
Javier Rivas
Facilitador en el Programa Superior en Coaching – Cámara Zaragoza
PCC por ICF
Miembro de ICF Internacional
Última actualización: 9 de julio de 2014
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