
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Efectos nocivos de la guerra arancelaria, todos perdemos

- Artículo de opinión de Jorge Villarroya, presidente de Cámara Zaragoza, publicado en Heraldo de Aragón (05/02/2025)
Estamos tan acostumbrados al nocivo efecto de la polarización política que la ciudadanía ya descuenta como exageraciones puramente retóricas muchas de las afirmaciones que se hacen en cualquier campaña electoral. Porque, a renglón seguido, creo que aún somos muchos quienes confiamos, aunque mantengamos nuestras reservas, en que los gobernantes son conscientes de que lo que puede ser defendido en teoría como arma electoral o como elemento de negociación, quizá no deba ser aprobado en la práctica al pie de la letra.
Esta sensación es la que se ha venido escuchando respecto de la guerra arancelaria de la que hacía gala el entonces candidato, hoy presidente, Donald Trump. Quizá queríamos autoconvencernos de que el máximo dirigente de Estados Unidos deseaba renegociar la posición comercial del gigante norteamericano y que la aprobación unilateral de importantes aranceles era el elemento de presión, pero no el fin en sí mismo.
Por el momento, al menos, algunos de los peores augurios parece que se confirman. El pasado fin de semana se aprobaron importantes aranceles sobre las importaciones norteamericanas de México y Canadá. Ambos países ya han reaccionado y, tras una rápida negociación con la Administración Trump, han pactado la congelación de las medidas durante un mes, tras una serie de concesiones por parte de los países vecinos. Mientras, la Unión Europea mantiene una sensación de tensa espera ante la tragedia que se adivina casi irremediable.
¿Por qué creo sinceramente que las medidas proteccionistas que está tomando el mandatario estadounidense son nocivas para todos? En primer lugar, porque las relaciones comerciales se enmarcan en el más amplio campo de las relaciones internacionales, y la pérdida de confianza en un socio comercial irremediablemente afecta a la confianza que uno tiene depositada en otras áreas.
Más aún, porque, en segundo lugar, el orden internacional que ha venido funcionando en las últimas décadas y que lideraba Estados Unidos precisamente tenía como señas de identidad la confianza en las bondades del comercio internacional como motor de prosperidad. La globalización, si EE.UU. persiste en sus políticas arancelarias, quedará muy debilitada, económica e ideológicamente.
En tercer lugar, la apuesta del presidente Trump de aprobar amplios e importantes aranceles otorga ventajas competitivas a las empresas en función de su nacionalidad, no de su eficiencia o de la calidad de sus productos y servicios. Y este punto necesariamente va a suponer un menor crecimiento económico a medio y largo plazo, y también más inflación, tanto para terceros países como para el propio Estados Unidos.
Finalmente, la política arancelaria indiscriminada supone contemplar las relaciones comerciales como un juego de suma cero. A día de hoy, las cadenas de suministro de las grandes multinacionales norteamericanas y europeas evidentemente no se circunscriben a sus respectivos Estados, por lo que un tensionamiento de las cadenas de suministro también puede ser otra consecuencia indeseada. La reacción de las bolsas el lunes fue una señal bastante elocuente.
Por todo lo anterior, espero de verdad que la Administración Trump rectifique en cuanto los efectos adversos de estas políticas arancelarias emerjan, porque saldrán más pronto que tarde a la luz. En el momento en el que se escriben estas líneas, ya se ha dado parcialmente marcha atrás antes de que las medidas tomadas escasos días antes entrasen en vigor.
Por el bien de todos, ojalá los dirigentes no hayan agotado su pragmatismo.
Última actualización: 5 de febrero de 2025